El desconcierto del personaje de Roth es causado por el hecho de que, de pronto, haya esa urgencia de comunicarse
Involución
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
5 MIN 00 SEG
Una tarde cualquiera en un café cualquiera. De unas treinta personas distribuidas en las mesas, sólo cinco parecen estar solas y el resto se acompaña con alguien más: parejas, sobre todo, grupos de tres, alguno de cuatro. Cuento a veintitrés que tienen una pantalla delante: celulares, sobre todo, pero también computadoras y una tableta. Las otras siete personas (entre las que me incluyo: estas cuentas voy anotándolas en mi cuaderno) no estamos con la mirada puesta en un aparato, pero al menos tres tenemos el aparato a la vista. Yo he dejado el celular sobre la mesa, junto a mi café, más que para tenerlo a la mano, para estar yo a su alcance por si suena: estoy quedándome sordo, y si lo guardo en mi bolsillo o en la mochila ya sé que no voy a oírlo. Los cuatro últimos individuos, que no tienen ningún "dispositivo", ni encendido ni en reposo, son un niño pequeño, una señora mayor, un hombre de edad indefinible (y que está solo y no parece estar tomando nada, como si solamente hubiera pasado por aquí y hubiera decidido entrar y sentarse a una mesa sin consumir) y el que posiblemente sea el novio de la muchacha que está junto a él, absorta en su celular (él, el novio, se queda viendo hacia el frente, sin objeto, extraviado o melancólico o harto, es difícil decidirlo). La señora mayor se pasa de pronto al primer grupo: saca el teléfono de su bolso y se pone a leer un mensaje.