Los ciudadanos no podían comprender semejante tragedia y un sentimiento de miedo marítimo se hacía presente. El barco transatlántico británico con camino a Nueva York nunca arribó. El Titanic se hundió durante el viaje inaugural, y con él, la vida de cientos de personas. Pasando esto, la sociedad comenzó a cuestionar la seguridad de los barcos. En este entorno, el Presidente estadounidense, Woodrow Wilson, decidió firmar una nueva Ley de Marineros, la cual exigía a los barcos tener siempre los suficientes botes salvavidas para cubrir a todos los pasajeros.
Analista financiero, con un alto interés por el trasfondo de lo ordinario y cotidiano.