Pretender por decreto resolver el problema de la gratuidad de los servicios médicos a la población abierta cancelando un modelo (Seguro Popular) que ya llevaba un tramo de ajuste superando deficiencias, e iniciar uno nuevo en un afán de originalidad, corre el riesgo de confrontar la buena intención con la viabilidad. Me parece que quienes asesoran al Presidente le dan más importancia a su deseo de complacerlo, presionados por la cerrazón y autoritarismo del jefe, orillándolos al servilismo ante la vulnerabilidad a la que los lleva el riesgo de caer de su gracia.