Habían pasado dieciséis años desde que se proclamara el fin de la Segunda Guerra Mundial y quince de terminados los Juicios de Núremberg. Parecía que el mundo estaba listo para pasar la página de aquel suceso terrible que se tradujo en millones de vidas perdidas, tanto en combates como en campos de concentración nazis. Sin embargo, después de que el gobierno israelí ordenara la captura de un teniente coronel de la S.S. escondido en Argentina y de que fuera trasladado a Jerusalén para ser juzgado, de un día a otro, los horrores del holocausto recuperaron peso, dimensiones y, también, interés.