OPINIÓN

Guerra al mundo

Jesús Silva-Herzog Márquez EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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Los aranceles que el presidente Trump acaba de anunciar son una medida económica con un propósito político. Hacer efectivas las amenazas de un poder personal sin restricciones, mostrar una fuerza que sacude al mundo entero, cumplir una obsesión a la que todos se oponen y que todos juzgan catastrófica. Si los aranceles se ven como instrumentos de política económica se llegará muy pronto a la conclusión de que son contraproducentes, que subirán los precios y provocarán una recesión. El anuncio con el que Trump, rodeado de banderas y repleto de mentiras, lanza una bomba al comercio internacional, es manifiesto del espectáculo autoritario. Larry Summers, quien fuera secretario del Tesoro de Clinton y polémico rector de la Universidad de Harvard, dijo que estas medidas eran a la economía, lo que el creacionismo es a la biología o la astrología a la astronomía. Pero, si enfocamos políticamente la medida, nos daremos cuenta de que ésta sigue puntualmente la lógica de lo simbólico que es tan cara a los populistas; que hace alarde de un poder enamorado de su propia fantasía revolucionaria: destruir para levantar un mundo radicalmente nuevo. Ver en el incendio que se provoca una señal de esperanza. Gozar de la indignación de los débiles, reírse de la razón que protesta con impotencia. Impecable lección de soberbia autoritaria.