Aquel eufórico defensor de la 4T respondió a alguna observación sarnosa que hice acerca de la conducta presidencial: "Mucho odio, ¿no?"
Gritos
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
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El 16 de septiembre de 2019 aún tenía la pésima costumbre de saltar de modo compulsivo a las redes a decir todo lo que me nacía, lo que se me ocurría, como si importara. A veces reincido, malamente, por descuido, quiero creer, o por el pecado imperdonable de creer que el propio farfullear valga algo, pero pronto tengo mi merecido, al recibir réplicas indeseadas o bien el previsible universal silencio; si antes aquello era una cantina a oscuras y atestada en la que cualquiera te podía sorrajar un sillazo en el lomo -así entendía Twitter Javier Marías, cuánta falta hace-, hoy se ha vuelto una cámara aislada en la que uno puede acabar enloquecido oyendo su propio eco ensordecedor. Así que aquel día, mientras en el Zócalo desfilaban las pipas de Pemex que heroicamente habían salvado a la Patria del huachicoleo, yo puse en Facebook mis impresiones acerca del modo en que López Obrador dio su primer Grito, la noche anterior. (Me regreso tantito a lo de las pipas: uno se pone a hacer memoria de las cotas de disparate que ha alcanzado la vida pública nacional en los últimos seis años y es difícil decidir cuál habrá sido el más descabellado desplante o la ocurrencia más insospechable del Supremo, como le dice Guillermo Sheridan: de la rifa del avión presidencial a la caravana a la mamá del Chapo, pasando por los amuletos contra el Covid y las pataletas contra España, ha sido tal la inventiva de chapuzas y audacias que en la vorágine de la memoria y el olvido algunas acaban perdiéndose de vista para luego emerger cuando menos se espera: por ejemplo, y volviendo a las pipas y al huachicoleo, ahora me he puesto a recordar cómo en los primeros días de 2019 teníamos que andar como imbéciles haciendo cola a deshoras para atrapar algunas míseras gotitas de gasolina...).