OPINIÓN

Fijemos la agenda II

Ian Paul Otero EN MURAL

2 MIN 30 SEG

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Hace dos semanas reflexionaba en este mismo espacio la importancia de que, amén de la pasarela de candidatos de unos y otros partidos que se viene a propósito de las próximas elecciones, seamos nosotros, en el sector productivo, quien delinee las principales acciones y sobre todo las prioridades que debiera perseguir una agenda tanto en materia legislativa como en los Ejecutivos de los tres niveles de gobierno. En el actual panorama político, es común observar cómo los candidatos a distintos cargos se presentan como agentes de cambio y proponen reinventar por completo las políticas económicas. Si bien la innovación y la adaptación son fundamentales en la gestión gubernamental, es crucial que el sector productivo tenga un papel destacado en la definición de una agenda de política económica con un enfoque en la competitividad. El principal problema radica en que cada elección, los distintos candidatos invierten tiempo y muchísimo dinero en asesorías de "expertos" para reinventar estrategias, programas y acciones que, en la gran mayoría, terminan siendo ocurrencias que no se concretarán, ya sea por falta de suficiencia presupuestal o porque no midieron las adecuaciones normativas o estructurales que debieran suceder para lograr su éxito, y a los ciudadanos esas "puntadas" nos salen carísimas. Los que buscan "derrocar a un partido" hacen críticas generalistas y típicamente incendiarias. Todo quieren cambiar, pero no se profundiza en el componente adjetivo porque no lo saben o porque simplemente es más fácil criticar en la superficie que arremangarse, entender verdaderamente el problema o escuchar las voces de los empresarios y por otro lado, los que buscan la continuidad echan mano de datos para justificar los beneficios de sus programas sin reparar en cómo mejorarlos y escalarlos. El hecho es que unos y otros, difícilmente establecen mecanismos de interacción con sector productivo, pero la culpa no es de los políticos sino de una clase empresarial acallada y displicente que cada vez encuentra menos eco y capacidad técnica en sus liderazgos y órganos de representación. Los organismos empresariales y las distintas cámaras tienen una oportunidad tan grande como su responsabilidad de representar los intereses de sus empresas afiliadas. Los nuevos tiempos demandan instituciones sólidas con liderazgos con un conocimiento profundo y experiencia en acciones para la generación de riqueza y empleo, además de conocimiento en tendencias y visión para entender las necesidades y desafíos porque la implementación de políticas económicas debe basarse en un análisis riguroso de sus impactos potenciales.