En la nueva narrativa presidencial, los fideicomisos son guardaditos de grupos conservadores -tan disímbolos como científicos, cineastas, periodistas, familiares de desaparecidos, artistas, académicos, afectados por desastres- que se aferran a sus privilegios. Alcancías opacas repletas de dinero, usufructo de la corrupción. Por tanto, hay que romper los cochinitos para transparentar el dinero del pueblo. Poco faltó para que el decomiso de los fideicomisos no lo hiciera el Congreso, sino el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado. Para la inmensa mayoría, el funcionamiento de los fideicomisos es incomprensible, de suerte que esta narrativa Robinhoodeana ha logrado hacer que todos los fideicomisos sin distingo sean percibidos como el Fobaproa.