El Ingeniero siempre ha sido poco afecto a lo que no sea cumplir con lo que le toca: tener más que nadie en un país donde tantos tienen nada
Extinción
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
5 MIN 00 SEG
Podría pensarse que el Ingeniero ya está viejo y se le han ido acabando las fuerzas. Lo cierto, sin embargo, es que nunca se ha distinguido precisamente por su audacia o su ímpetu innovador: más bien ha ido siempre a lo seguro, acomodándose a duras penas a los cambios o dejando que se convierta en chatarra lo que habría podido servir un poco más. Pareció, alguna vez, que tenía miras históricas: cuando invirtió en la rehabilitación de varias decenas de manzanas en el centro de la Ciudad de México, buscando salvar sus edificios de las ruinas (o hacerlos rentables, más bien)... Pero ahora muchos de esos edificios están convirtiéndose otra vez en ruinas, y las manzanas en cuestión se han ido volviendo bodegas del nuevo imperio mundial chino. El museo que construyó para gloria de su difunta esposa y la suya propia, si bien pone al alcance de los mortales tesoros considerables -hay que reconocérselo, que no haya guardado esos tesoros bajo llave o no se haya limitado a traficar con ellos-, sugiere que mucho de lo que caracteriza a la historia y la personalidad del personaje es el tener por tener.