OPINIÓN

Uno y otro se perciben infalibles; a ambos les causan sarpullido los críticos

El tahúr y el asceta

Jorge Volpi EN MURAL

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No, nada los asemeja y nada debería, en realidad, aproximarlos. Opuestos. Némesis. Si Trump proviene nada más del privilegio -padre que le heredó millones, la fatuidad del jet set y los quince minutos de fama que otorga un reality show-, AMLO es justo lo que más aborrece -infancia pastoral en un rincón del país, horas y horas en interminables marchas y mítines a pie, horror evangélico al dispendio-, agua y aceite. Si el gringo se convirtió en el hombre más poderoso del planeta fue como un escalón más en su megalomanía hollywoodense, mientras que el tabasqueño debió pasar un sinfín de pruebas con tesón de profeta. Para el primero, la política es el arte de mantener a sangre y fuego las ventajas de su clase; para el segundo, la sublimación de la ira que le permitirá reivindicar a los que menos tienen.