No los notamos pero, si fueran árboles, la Ciudad cabría bajo su sombra; y si fueran chispas de luz, podríamos darle unos días de vacaciones al Sol. No son tema en las noticias, no los contabilizamos ni clasificamos, no los cobramos ni los podemos exigir, pero fluyen por las calles como el viento. Dada su naturaleza intangible, nunca se han incluido en los informes ni en las encuestas, pero los damos y recibimos en lo cotidiano, como muestras de un poderoso hábito que es -aparentemente- improductivo, pero evidentemente facilitador. Desde hace siglos han constituido una tradición distintiva de nuestra ciudad; costumbre que, por sí misma, ni gana medallas ni produce réditos; ¡pero que siempre ha marcado la diferencia a favor!