OPINIÓN

El uribismo es más peligroso que Uribe: algo retrógrado y antiintelectual

El ogro de las mil caras

Jorge Volpi EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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De un modo u otro, en el gobierno o fuera de él, una sola figura ha dominado el panorama político del país en los últimos decenios: omnipresente, astuto, sibilino, hasta ahora capaz de salirse casi siempre con la suya. Un titiritero que, tras ejercer el poder de manera directa, ha intentado manipular a sus sucesores -no siempre con éxito-, bloquear a sus adversarios y mantener a toda costa la polarización, el veneno cívico que le permite conservar su influencia. Luce inofensivo -rostro severo, quevedos antiguos, una flema anquilosada-, pero detrás de esa apariencia más de burócrata o sacerdote que de terrateniente o de caudillo se parapeta una de las inteligencias más perversas de América Latina, la cual no deja de asombrar ni a sus seguidores ni a sus rivales.