Dos distintas herramientas, cada una con aleación, forma y filo propios; cada cual con su modo particular de cortar y de saber hacerlo. Por un lado, el cincel: angosto, recto y mesurado, que depura, afina y da forma al detalle con persistente paciencia. Por el otro, el hacha: pesada masa que se hunde con brutal impulso para dividir, romper y abrir sin moderar de forma alguna el efecto de cada golpe.