El gran tallador
Paloma Ramírez EN MURAL
4 MIN 00 SEG
Me calzo un par de tenis y salgo por la reja que da a la playa. Echo a andar con el romper de olas marcándome el paso, una especie de metrónomo natural que no requiere de cuerda. Apenas amanece, el aire está fresco, cargado de sal y humedad. La arena es de un tono bronceado aunque en algunas partes es más oscura, parda, en realidad, casi negra. Quizá esté sucia. Miro hacia el horizonte y me encuentro con buques cargueros estacionados a lo largo de la bahía como si fueran cuentas de un collar que tratara de unir los dos extremos. Todas las proas apuntan en una misma dirección, hacia el nororiente. Tal vez ellos sean los responsables del color rayado de la arena..., ellos y su sistema de propulsión. Sus motores pestilentes despiden cantidad de desechos al andar. Por años han dejado tras de sí un rastro imborrable.