Antes de la pandemia, en la cúspide de su popularidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador estaba seguro de que cualquier consulta a la ciudadanía de su interés le favorecería mayoritariamente. Podía -según él- tomar cualquier decisión sin que se manifestara la suficiente resistencia que la hiciera fracasar. Seguramente no consideró que en el "pueblo sabio" hay unos que son más sabios que otros y ha encontrado en éstos una crítica fundamentada contra decisiones como ha sido el caso del manejo de la pandemia, donde varios ex secretarios de Salud y expertos le advirtieron lo equivocado de la estrategia e incluso se ofrecieron para colaborar, y fueron desdeñados. Los resultados están a la vista.