Es muy curioso, pero la percepción que tenemos de cómo pasa el tiempo conforme envejecemos es muy diferente de cuando estamos en la infancia, la madurez y ya siendo adultos mayores. Recuerdo que, de niño, el ver pasar las nubes acostado en el pasto y el esperar a que creciéramos para poder hacer cosas de "grandes" era un tiempo que se hacía eterno.