OPINIÓN

Durmiendo con el enemigo

Guadalupe Loaeza EN MURAL

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La pareja llevaba más de un mes intentando llegar a un acuerdo respecto a su difícil relación sentimental. John, de nacionalidad estadounidense, y Lupita, mexicana, no nada más eran novios desde que eran adolescentes, sino también vecinos. A pesar de que sus respectivas familias se conocían desde hace años, ninguna de las dos se tenían confianza. La de John era millonaria y la de Lupita sumamente modesta, de allí que ésta se pasara la vida pidiéndole prestado para saldar sus múltiples deudas. Por ello, su noviazgo además de ser diametralmente desigual, siempre se encontraba en crisis con riesgo de que John, de la manera más unilateral, diera por terminada la relación. "Es un pelado. Es un monstruo anaranjado. ¡Un verdadero sicópata! Te trata horrible, te humilla y tú sigues como si nada. No tienes dignidad, tú siempre agachas la cabeza", le decía su familia a Lupita, pero ella se hacía de la vista gorda y continuaba sintiéndose la novia más feliz del mundo. "Yo tengo otros datos", les decía como para justificar el maltrato de John.