Así hemos estado con esta muerte: acordándonos de todas las que Echeverría nos quedó debiendo
De jícama
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
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No hacía falta, seguramente, un artículo más sobre Echeverría. La sobreproducción de recordaciones desde que se supo de su muerte, a la tierna edad de 100 años, acaso obedezca al hecho de que los mexicanos lo teníamos más presente de lo que creíamos, incrustado en la profundidad de nuestra psique. O bien, quizá sin que alcancemos a reconocerlo del todo, la impronta de ese ex Presidente en la vida nacional incluye una cierta proporción de nostalgia: con él terminó de quedar liquidado un modo de comprendernos que, por retorcido que fuera, al menos era preferible a la incertidumbre que hoy encaramos. Con Echeverría y sus igualmente deplorables secuelas más o menos sabíamos a qué atenernos.