IMAGINE la escena: decenas de alumnos están en su salón de clases y, de pronto, empiezan a escuchar gritos, porque un sujeto armado con un hacha y cuchillos entró a la escuela, mató a dos mujeres e hirió a una persona más. Una masacre sin sentido, sin motivos, sin explicación. Imagine el terror de las y los estudiantes. Ahora imagine que entre esos jóvenes asustados estaban sus hijos o sus nietos.