Cumpleaños
Guadalupe Loaeza EN MURAL
Ayer fui a un cumpleaños; más que fiesta, parecía un velorio. Los invitados eran puros ancianos, pero el más viejito de todos era el cumpleañero, quien a pesar de cumplir 90 años, parecía como de 120. Su imagen era más que lastimosa, vestido con un traje de grandes hombreras y solapas anchas, su corbata de poliéster se veía sucia y el pelo demasiado oscuro, como ala de cuervo. Los demás invitados se veían tan tristes y desaliñados como el viejo patriarca. No muy lejos de la cantina se encontraba el típico trío de los años sesenta. Con una voz aguardentosa, cantaban "Reloj, no marques las horas...". A pesar de las porras, las maracas y consignas dichas a gritos como: "hoy estamos más unidos que nunca", se percibía un ambiente depresivo y un extraño olor a naftalina. El pastel de nueve pisos pletórico de velitas y cuyo betún era verde, blanco y colorado, de inmediato me hizo comprender que se trataba del cumpleaños número 90 del Partido Revolucionario Institucional; el más viejo de México por haberse mantenido en el poder más de 70 años y haber controlado absolutamente todas las gubernaturas, más los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Descubrió quién es gracias a la escritura y al periodismo. Ha publicado 43 libros. Se considera de izquierda aunque muchos la crean "niña bien". Cuando muera quiere que la vistan con un huipil y le pongan su medalla de la Legión de Honor; que la mitad de sus cenizas quede en el Sena y la otra mitad, en el cementerio de Jamiltepec, Oaxaca, donde descansan sus antepasados. Sus verdaderos afectos son su marido, sus hijos, sus nietos, sus amigos y sus lectores