OPINIÓN

Cuestión de estilo

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

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¿La Presidencia de Claudia Sheinbaum será una secuela o una segunda edición -acaso corregida y mejorada, ojalá-, o nomás una reedición a secas de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador? Cada una de estas posibilidades está diferenciada de las otras por ciertos matices significativos. Creo que hay elementos para descartar la última: el hecho de que Sheinbaum sea mujer, por principio de cuentas, necesariamente es una de las razones más fuertes para que esperemos de ella una comprensión distinta de la realidad y una actuación consecuente con dicha comprensión en este país machista y feminicida. Contra esa esperanza, por supuesto, podrán obrar muchos factores, desde la obcecación ideológica o el cálculo pragmático que, en virtud del poder casi omnímodo que está recibiendo, malamente condujeran a la Presidenta a dar la espalda a la causa de las mujeres, y también la presión que sin duda tendrá por parte de los más espeluznantes añorantes de un México regido por la brutalidad viril, como ha sido hasta ahora. (Esos añorantes están en ambos bandos, el de quienes festejan la continuidad de la llamada Cuarta Transformación y el de quienes la deploran, y se diría que entre estos últimos las vociferaciones misóginas son las peores. Ejemplo 1: la señora que en la fila de la casilla decía: "Pues si la vieja esa [Sheinbaum] gana, a ver si de veras es tan inteligente"; ejemplo 2: el cartonista que habitualmente tengo por vecino en esta columna, que se complace en representar a la Presidenta electa como bruja -ay, Silvia Federici, cuánta razón has tenido siempre-). Por otro lado, la formación científica que Sheinbaum posee contará, quiero confiar, para que no tome decisiones con el hígado -o no tan fácilmente-, y para que la mera vergüenza intelectual le impida o al menos le dificulte ceder a ocurrencias, estupideces y supercherías como las que han caracterizado el deficiente entendimiento de su predecesor, ese hombre que ha dado tantas muestras de ser astuto o taimado como las que ha dado de ser también flagrantemente ignorante y zafio.