Uno no se percataría de algunos recuerdos que guarda en la memoria si no fuera porque se tropieza con ellos. Hace unos días, miraba aquella película (dirigida, actuada y escrita por Rupert Everett) que trata sobre los últimos años de vida de Óscar Wilde. Es cierto que me entristeció enterarme de que este magnífico escritor sufrió encarcelamiento y exilio debido a su homosexualidad. Pero lo que, en verdad, me conmovió fue recordar, al tiempo que avanzaba la trama, un cuento infantil que Wilde escribió a finales del siglo 19 y que leí cuando niña.