"La democracia tiene como propósito cambiar a los gobiernos sin derramamiento de sangre". Esta definición de Karl Popper, destacado filósofo del siglo XX, no le atribuía al concepto ninguna propiedad sustantiva más allá de ser un método de destitución de gobernantes. No es poca cosa, sin embargo, también esperaríamos que, en democracia, el sufragio funcionara como una vía para llevar a las instituciones problemas de interés público. Lamentablemente las elecciones han perdido su capacidad transformadora desde abajo, han perdido su capacidad de representación.