OPINIÓN

Creatividad artificial

Carlos Gershenson EN MURAL

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A pesar de que la inteligencia artificial se ha venido desarrollando desde hace más de sesenta años, es sólo recientemente que se ha generado un interés tan generalizado que ha implicado inversiones millonarias a nivel mundial.

Una de las áreas donde las máquinas han tenido avances impresionantes es en creatividad. Desde hace siglos había "autómatas" que repetían tareas preprogramadas, tales como tocar música. Muchos diríamos que esas máquinas no son creativas, ya que fueron sus creadores los que definieron su funcionamiento. Entonces, ¿qué es algo creativo?

Podríamos decir que se requiere de algo novedoso. Pero simplemente un generador de secuencias al azar, como si se tiraran dados, produciría patrones siempre "nuevos", aunque no lo llamaríamos creativo. Es difícil definir creatividad, al igual que inteligencia, pero digamos que para que juzguemos algo novedoso como creativo, nos debe de gustar. No nos interesa lo inútil aunque sea nuevo (¿o sí, Siri?).

La mayoría de los avances recientes usan "redes neuronales artificiales": modelos computacionales inspirados vagamente en nuestra corteza cerebral. No son nuevas. Fueron propuestas en los cincuenta y se desarrollaron en los ochenta. Pero fue sólo recientemente que la velocidad y capacidad de procesamiento y la cantidad de datos con las que se pueden entrenar estas redes les ha permitido realizar tareas tales como reconocer rostros que ya usan muchos celulares y otros dispositivos de autentificación.

Originalmente, las redes neuronales se usaron para clasificar y reconocer patrones: le doy una imagen y me da una probabilidad de que la imagen contiene gatos o semáforos o lo que se le haya entrenado. Pero si se corren al revés, le puedo dar un concepto y me genera una imagen. Esto se ha perfeccionado, y por ejemplo en el sitio thispersondoesnotexist.com se producen rostros realistas de personas que no existen.

¿No es lo suficientemente creativo? Técnicas similares se han usado para producir cuadros "tipo Rembrandt" o música "tipo Bach". Se entrenan las redes con varias obras de cierto estilo, luego se corren al revés, y se producen obras nuevas con características familiares. De acuerdo, las máquinas no generan un nuevo estilo (aunque probablemente podrían explorar estilos mucho más rápido que nosotros), pero ya producen obras que son nuevas. Además, casi cualquier obra de arte podría criticarse de la misma manera: se parecen a algo más. De hecho, para que nos gusten la familiaridad es un requisito. Si no hay este anclaje, el arte se queda en el limbo, ya sea "natural" o artificial.

Por supuesto, a esta tecnología también le podemos encontrar su lado obscuro. Y no me refiero a cambiarnos de edad o sexo, como lo hace FaceApp. Hay juegos en línea que generan historias "al vuelo" ya que tienen miles de personajes virtuales. En principio, se podrían generar noticias falsas sin fin que ya son creíbles pero que pueden servir para confundir a la ciudadanía durante un proceso electoral. Hace unos años, se mostró cómo se podían generar videos de Obama y Putin, donde de manera realista "decían" un texto arbitrario.

¿Ya no necesitaremos artistas? Estos algoritmos, aunque impresionantes, están muy lejos de reemplazar a los humanos en sus tareas creativas. A final de cuentas, los humanos somos los que tenemos que decidir si lo que los demás (humanos o máquinas) producen nos gusta. Sin embargo, algoritmos de inteligencia artificial pueden complementar a los artistas humanos, lo cual sube el nivel de competitividad en el medio. La fotografía no eliminó a la pintura. La llevó a un nuevo nivel. Algo similar están haciendo las herramientas computacionales. Nos permiten explorar espacios y medios a los que nunca antes tuvimos acceso. Aunque necesariamente este proceso de exploración producirá muchas cosas inútiles, las cuales pueden ser un medio para mejorar lo que conocemos. Y esto aplica no sólo al arte. Las máquinas no reemplazan a científicos, pero casi todos las usamos para hacer mejor ciencia.

Existe la posibilidad de que a este paso la máquinas sepan lo que nos gusta más que nosotros mismos. ¿Nos molestará, o de manera complaciente nos entregaremos al hedonismo? ¿Servirá para estimularnos y mejorar nuestro desempeño en educación, deporte, trabajo, etcétera; o será un nuevo opio del pueblo? Veremos.