OPINIÓN

Corrupción Social

Bernardo González Mora EN MURAL

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Llegué a cargar gasolina sin fijarme si la bomba marcaba ceros, confiado revisando unos documentos, la rapidez de la despachadora al verme distraído llamó mi atención. Cuando veo el marcador, ya va en más de trescientos, la despachadora nerviosa, pero resuelta, continuaba su tarea. Mi duda me impidió reclamar, al terminar hago el pago, va con un compañero por cambio y no me quedó duda, el monto no correspondía a lo que yo calculaba que sería; gozosa seguramente le comenta el éxito de su atraco y él le corresponde con una sonrisa y una palmada. Ya sin duda, al recibir mi cambio, le reclamo, le gana el nerviosismo y me dice que me regresa 250 pesos y le contesto en voz alta para que escuche su mentor: quédeselos y compártalos con su maestro de la estafa, sólo espero que algún día alguien de la calaña a la que decidieron pertenecer se las cobre y más caro. El tipo se hace el disimulado y se retira.