Frente a la debilidad institucional de la sociedad civil organizada del país, las llamadas cúpulas empresariales han ocupado buena parte del espacio de representación ciudadana. Sobre todo fuera de la capital, donde la densidad cívica palidece frente a la potente organización de las asociaciones y cámaras empresariales que tienen presencia en todo el territorio nacional. Mientras que en algunas entidades federativas existen contadas organizaciones ciudadanas con capacidad de incidencia, en todos los estados de la República hay una representación del sector privado con poder de cabildeo.