El pasado está en el presente. Se observa desde el presente, se estudia desde el presente, se critica desde el presente, se juzga desde el presente. También se administra, se politiza, se lucra y se juega con él desde el presente. Siempre podemos intentar ponernos en el lugar de quienes lo vivieron -tarea más cercana a la ficción que a la historia- para aplicar los valores del momento a sus acciones, pero nuestra mirada nunca dejará de estar incrustada en nuestro tiempo. Si ningún texto es neutro, como afirma Barthes, la escritura de la historia tampoco puede serlo: tendrá inevitablemente una intención. Y, por supuesto, si quien revisa o comenta el pasado no es un historiador, sino un político -o incluso, como en nuestro caso, un político obsesionado con la historia-, su intención nunca dejará de ser política.
(México, 1968). Es autor de la novelas En busca de Klingsor, El fin de la locura, No será la Tierra, El jardín devastado, Oscuro bosque oscuro y La tejedora de sombras. Y de ensayos como Mentiras contagiosas, El insomnio de Bolívar y Leer la mente. En 2009 obtuvo el Premio José Donoso de Chile por el conjunto de su obra. Sus libros han sido traducidos a 25 idiomas. En 2014 se publicará su novela Memorial del engaño.