El periodismo en México está bajo fuego. Literalmente. No sólo porque somos el país más riesgoso del mundo para ejercer la profesión, coronando la posición con seis asesinatos sólo en 2022, ni por el discurso de odio desatado contra medios críticos desde el inicio del sexenio; ahora el presidente López Obrador cruza una línea roja al utilizar, ilegalmente y sin rubor alguno, información fiscal de un comunicador para denostar su imagen.