En respuesta al lanzamiento del Sputnik, a finales de julio de 1958 el presidente Eisenhower firmó el decreto que creaba la NASA. Muchos lo han olvidado, pero pocas semanas más tarde también promulgó la llamada Ley de la Educación para la Defensa Nacional, que ordenaba el otorgamiento de fondos federales para "mejorar la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y las lenguas extranjeras en las instituciones de enseñanza media y media superior". Se trataba de un proyecto visionario que buscaba impulsar a mediano y largo plazo las vocaciones académicas entre niños y jóvenes para hacer crecer el aparato científico estadounidense. La ley nació con el bolillo en la mano, porque pocos meses más tarde el Congreso aumentó el financiamiento de la National Science Foundation (NSF) en 100 millones de dólares, que para 1968 se había incrementado a 500 millones de dólares.