El capricho de muy pocos definía la suerte de la mayoría. Las monarquías y los imperios predominaron en Europa desde que nació la memoria; el absolutismo era la única ley. En el siglo 14 llegó la imprenta y con ella la expansión y el debate de las ideas. Mentes brillantes con poderosos ideales humanistas detonaron -durante la Ilustración- los grandes cambios de Europa a partir del siglo 18. Poco a poco las monarquías fueron cediendo terreno a Parlamentos, Ministros y -finalmente- a la Democracia republicana que conocemos, apareciendo los derechos civiles y hasta el individuo mismo, como protagonista de las flamantes constituciones.