Como sea, pensaba allá, la sencilla recompensa que supone ver al bosque recibiéndote hace injustificable no ir cuando haya ocasión
Colomos
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
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El miércoles fui a caminar a Los Colomos, aprovechando el asueto. Nunca me tocó ir a marchar el 1o. de Mayo, o si me tocó no me enteré, o si me enteré me hice pato: en todo caso, quiero creer que el mundo ha cambiado lo suficiente como para que ya jamás vaya a tocarme, o me lo figuro desde mi recuerdo de las celebraciones multitudinarias en los tiempos del sindicalismo recio a las órdenes del señor Presidente, cuyo adusto y visionario semblante cotejaba muy bien, en Palacio Nacional, con los lentes oscuros y el puro de Fidel Velázquez, a su lado. Pero, visto cómo todo en esta vida parece condenado a repetirse, y en particular cómo la llamada "cuarta transformación" ha consistido, en buena medida, en la rehechura de muchos usos y costumbres del México del PRI, ¿podría Fidel regresar de ultratumba y las grandes centrales obreras aglutinarse de nuevo y volver por sus fueros y el 1o. de Mayo ser de nuevo la fecha sagrada del corporativismo sindical mexicano? "Nuestra meta será siempre un futuro promisorio", decía el compañero Fidel: algo de esa convicción hay en la promesa suprema del actual régimen: la "esperanza de México".