Esperé dos horas en un café cercano, luego volví y la magia cibernética había acontecido
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NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
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Michel de Montaigne enseñó que nuestra opinión de los hechos modifica los hechos. Lejos de recomendar la práctica de un optimismo ramplón, en la lección del alcalde de Burdeos se destilan su profunda asimilación del estoicismo y el ejercicio del escepticismo como norma de juicio para dar, siempre, un paso atrás y salir del ajetreo y la confusión de lo ocurrente a fin de razonar mejor. Si una calamidad te acaece, convendrá que te propongas un instante, al menos, para considerarla desde una mínima distancia y sopesar tanto sus causas como sus consecuencias. Lo mismo con un vuelco feliz de la fortuna: la dicha, al igual que la pena, es pasajera y más vale recelar de sus espejismos. Es posible que, de conducirse así, uno termine por morigerar sistemáticamente sus reacciones emotivas tanto ante lo bueno como ante lo malo, y que eso equivalga a vivir en una suerte de anestesia o adormecimiento. Pero será mejor, en todo caso, que vivir en una permanente proclividad al berrinche necio o a la euforia insensata.