OPINIÓN

Por primera vez conoció la joven los deliquios y éxtasis del amor carnal. Entonces lo supo: Afrodisio sería el hombre de su vida...

Cantinas

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

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"El último rubor quedó vencido". Con ese sonoro endecasílabo empieza uno de los tremendos poemas de Felipe Salazar, "Pichorra", escritor yucateco famoso por sus versos sicalípticos. Lo mismo sucedió aquella noche en el Motel Kamawa, habitación número 210. La linda Floribel dejó de lado su pudor final y se entregó a Afrodisio, galán diestro en mesteres de colchón. Por primera vez conoció la bella joven los deliquios y éxtasis de la pasión carnal. Supo entonces que Afrodisio sería el hombre de su vida, pues en sus brazos llegó al culmen del placer. Cuando, acabado el ardoroso trance, los cuerpos de los amantes quedaron de espaldas en el lecho, poseídos por el dulce cansancio que sigue a la total entrega, Floribel dijo con emotiva voz: "Cuando nos casemos me gustará que volvamos a este sitio en el que me hiciste ser mujer". Respondió Afrodisio: "No me parece buena idea. Podrían enterarse tu marido y mi esposa"... Don Agostino sintió ciertos dolores que lo hicieron acudir a la consulta de un doctor. Después de los exámenes correspondientes el médico le informó que su vesícula era la causa de los malestares que experimentaba. Había que operar para extirpársela. Don Agostino, inquieto, preguntó: "Dígame, doctor: después de esa operación ¿podré hacer el amor?". "Claro que sí" -sonrió el facultativo. "¡Qué buena noticia! -se alegró el paciente-. ¡Hace más de cinco años que no lo puedo hacer!"... Mercuriano regresó de un viaje de negocios. Su ausencia había durado más de una semana, de modo que llegó con ganas de disfrutar la intimidad conyugal. Sucedió, sin embargo, que su pequeño hijo no quería irse a la cama, lo cual estorbaba el propósito de Mercuriano. "Ya vete a dormir -amonestó al niño-. No tarda en llegar el Hombre de los Sueños". "¡Éjele! -se burló el chiquillo-. ¡Ése nada más viene cuando tú estás de viaje!"... Dulcilina, muchacha en flor de edad, le comentó a su abuela: "Hoy por la noche iré a un antro con mi novio". "Bebe cuando mucho un par de copas -le aconsejó la señora-. Si te tomas tres acabarás debajo de la mesa, y si te tomas cuatro acabarás debajo de tu novio"... Babalucas asistió a una comida en casa de doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad. La anfitriona se jactaba de tener una ilustre genealogía. En el curso de la comida habló de uno de sus ancestros, europeo, militar de carrera. "En una batalla contra los otomanos -relató- sufrió una herida grave de bayoneta en el Bósforo". "¡Pobre! -se condolió Babalucas-. ¿Cuánto tiempo estuvo sin poder sentarse?"... Tres tipos hablaban acerca de cantinas. Manifestó el primero: "Sé de una que tiene hora feliz desde que abre hasta que cierra. Siempre te dan dos bebidas por el precio de una". Declaró el segundo "Yo sé de otra que al mediodía te ofrece de botana una comida completa, con guisado y todo, aunque pidas sólo una cerveza". Dijo el tercero: "Sé de una cantina que te da gratis todo lo que pidas. Luego, en un cuarto del fondo, puedes tener sexo, también gratuitamente, y al final hasta te dan unos billetes". Los amigos se asombraron: "¿Tú has ido a esa cantina?". Replicó el sujeto: "Yo no, pero mi esposa sí"... FIN.