OPINIÓN

Candil callejero

Denise Dresser EN MURAL

4 MIN 00 SEG

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Ahora que la autocracia avanza a pasos acelerados en Estados Unidos y en otras latitudes, muchos andan en busca de un héroe o una heroína. Alguien que se le oponga a Donald Trump y lo pare. Alguien que lo ponga en su lugar y frene sus peores ocurrencias. Entonces no sorprende la entronización de Claudia Sheinbaum en artículos publicados en The New York Times o en The Guardian, por citar algunos ejemplos. Lo que sí alarma es cuán equivocada es la opinión internacional que quiere pintar a la Presidenta como una personificación progresista, un antídoto al trumpismo, y un prototipo que el resto del mundo debería emular. Quienes insisten en colocarla sobre el pedestal de la popularidad global, omiten lo esencial. Sheinbaum será muchas cosas, pero no es una demócrata. Y quienes aplauden el modelo que lidera, están ignorando la regresión autoritaria que su popularidad esconde.