OPINIÓN

Buena esperanza

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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Si algo me han enseñado los años -de cada uno he aprendido algo- es que lo más importante que en la vida hay es la familia. Jamás he sabido de alguien que en los últimos instantes de su existencia se lamente de no haberle dedicado más tiempo a su trabajo; de muchos hombres supe que antes de irse de este mundo se dolieron de no haber pasado más tiempo con los suyos. No creo en el infierno, pero pienso que aquel -o aquella- que con su conducta dañó a su familia merece por lo menos que los demonios le den una buena sancochada. Venimos a este mundo a ser felices y a dar felicidad a quienes nos rodean. Lo demás -poder, dinero, fama- es humo de pajas, ceniza que se lleva el viento. Pero veo que me estoy asemejando a AMLO en sus comparecencias mañaneras. Igual que él, caigo a veces en la insana tentación de intercalar una homilía moral en medio de mis desatinos. A lo que iba -a lo que voy- es a decir que me alegró mucho la noticia de que el joven gobernador de Nuevo León, Samuel García, y su esposa Mariana, tan agraciada como inteligente, van a ser papás. O, mejor, dicho, papá y mamá. En tiempos de antes, cuando una señora quedaba encinta, embarazada, se decía de ella que se hallaba "en estado de buena esperanza", expresión más expresiva, y desde luego más hermosa, que aquella de "está en estado interesante". Incluso hay una bella advocación de la Virgen, Nuestra Señora de la Dulce Espera, en cuya imagen se ve que lleva ya en su seno a su divino hijo. Mariana y Samuel no saben todavía si su bebé será niño o niña. Me permito darles a conocer algo que me enseñó doña María de la Luz Valdés, mi inolvidable suegra. Trabajo me cuesta llamarla así, suegra, porque fue para mí segunda madre. Para saber el sexo de su bebé tomen una aguja de coser enhebrada en un hilo de 20 o 30 centímetros de largo. Sostengan luego la aguja a una corta distancia del vientre de la futura madre. Sin mover la mano que sostiene el hilo verán que la aguja empieza a moverse por sí sola. Si el movimiento que hace es circular, eso significa que el bebé será niña. Si la aguja oscila en forma recta, como el péndulo de un reloj, eso quiere decir que será niño. Hagan la prueba. Y háganla con ustedes mismos. Yo la hice cada vez que mi señora se embarazó -con mi ayuda, lo reconoce-, y siempre supe antes que los médicos el sexo de mis hijos por nacer. No sé si el procedimiento sirva para predecir si quien sucederá a AMLO será hombre o mujer, pero puedo vaticinar que López Obrador no se resignará a estar mano sobre mano en su rancho de Palenque. Seguirá ejerciendo el poder, a la manera del maximato de Calles, a través de cualquiera de sus corcholatas, si es que no cae en la aberración de pretender reelegirse o de alargar su periodo presidencial -de él se puede esperar todo-, lo cual lo condenaría irremisiblemente al basurero de la Historia. Sería el Victoriano Huerta de este siglo. Y ahora cambio de tema, porque el solo pensamiento de que eso pudiera suceder me provocó un repeluzno que me bajó por la espalda desde la nuca hasta no quiero decir dónde... De John Barrymore, extraordinario actor en la época de oro del cine y teatro norteamericanos, se murmuraba que la naturaleza lo había dotado con extremada prodigalidad en la parte correspondiente a la entrepierna. Él no tenía a orgullo tal munificencia. Declaraba: "No quiero ser admirado por algo en que muchos hombres me igualan y cualquier asno me supera". Pues bien: una recién casada vio por primera vez al natural a su flamante maridito y exclamó: "¡Caramba! ¡Y yo que creí que te decían 'El burro' por tonto!"... FIN.