Los tapatíos sabemos bien que Guadalajara está cortada a la mitad por el Río San Juan de Dios que, entubado, se convirtió en la Calzada Porfirio Díaz y luego en Calzada Independencia. El asentamiento definitivo de la ciudad, en el Valle de Atemajac, se realizó en la orilla poniente del río y poco después, franciscanos que tenían convento en Tetlán lo cambiaron a la orilla oriente trayéndose con ellos a muchos indígenas, fundando un asentamiento al que se denominó Analco, "al otro lado del río" en náhuatl.