No hay precio más indebido que el oculto, aquel que surge -sorpresivo y desorbitado- del abuso unilateral ante la imposibilidad de haber sido definido y acordado previamente. No hay deuda más ilegal que aquella que se impone desde la inequidad, desde el aprovechamiento ventajoso de circunstancias especiales de riesgo, en las que es fácil -pero inmoral- imponer cargos y condiciones desproporcionadas a quien no tiene más remedio que aceptarlas.