OPINIÓN

Aviso de ocasión

Paloma Ramírez EN MURAL

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Se podría decir que el primer gato que tuve me cayó del cielo. Quizá por eso siempre fui de la idea de que este tipo de animales no se buscaban, más bien, que llegaban solos cuando uno menos lo esperaba. Entonces yo era una niña que solía vestir de jumper, que más que uniforme escolar parecía hábito de monja. Aquel día bajaba las escaleras junto al chamaquerío que corría en busca de aire puro. Tras el sonido de la chicharra, que anunciaba el fin del día, no podíamos esperar un minuto más para estar fuera. Por fin libres.