OPINIÓN

¿Ave Fénix?

Denise Dresser EN MURAL

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A destruir porque es necesario. A demoler porque es indispensable. A dinamitar el pasado porque sólo así será posible edificar un nuevo futuro. Así las justificaciones y las elucubraciones en torno a los verdaderos motivos detrás de las decisiones de López Obrador. Hay método detrás de lo que sólo parece ser locura. Hay una planeación estratégica subyacente ante lo que se malinterpreta como improvisación evidente. La intención deliberada, nos dicen, es quemar el bosque repleto de arbustos torcidos para dar lugar a pinos erguidos, árboles frutales y maderables. Arrasar para sembrar. La destrucción no es producto de prejuicios o ignorancia o desprecio por los datos o discrecionalidad o voluntarismo. No, la destrucción es un propósito premeditado que deberíamos aplaudir porque cancela la posibilidad de regresar al lugar de donde veníamos. Y eso sería entendible e incluso loable si fuera cierto. Pero la evidencia sugiere lo contrario. El nuevo gobierno ni construye una nueva institucionalidad ni está remodelando eficazmente la que heredó para que podamos acabar con un orden social profundamente injusto.