OPINIÓN

Como haya sido, hoy creo recordar que estábamos percatándonos de la equivocación al mismo tiempo que estábamos cometiéndola

Autopago

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

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Hubo tres posibles causas: una, el mero hecho de hallarnos ante un adelanto tecnológico lo suficientemente atractivo como para querer probarlo de inmediato; otra, la mezcla nociva de impaciencia y prisa, combustible explosivo de esa forma de la desesperación que, sin llegar a angustia o a crisis existencial, sí basta para echar a perder el rato con el regusto acedo de un coraje. Y tres, la simple impulsividad a la que todos, de vez en cuando, somos proclives, por prudentes que seamos o supongamos serlo: hacemos algo porque sí, sin imaginar que podría traernos consecuencias adversas, y sólo hasta que éstas nos cercan admitimos que siempre estuvieron acechando. El caso es que esa tarde prometía carecer de sobresaltos e incorporarse con la suavidad de lo consabido a la ocurrencia feliz de nuestras sencillas rutinas. Pero no se lo permitimos. Pablo Fernández Christlieb ha observado que uno está hecho de sus rutinas, "no de sus aventuras ni de sus hazañas ni de sus anécdotas", y también que, cuando buscamos en la memoria quiénes somos, "las novedades no cuentan, las excepciones no cuentan, sino las rutinas: sólo lo mismo de todos los días porque lo que uno quiere saber es lo que ha sido siempre". Ojalá lo hubiéramos tenido presente.