OPINIÓN

Después de todo, a lo mejor ya es hora de que vuelva a haber un Bach, y qué importa que surja facilitado por una computadora

Artificios

NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL

5 MIN 00 SEG

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Como un anticipo de lo que todavía tardaría algo más en asombrarnos (estábamos muy entretenidos sobreviviendo a la pandemia), en 2019 se estrenó en varias ciudades del mundo la versión "completada" de la Sinfonía inconclusa de Schubert (que, evidentemente, ya no podría llamarse así). El logro corrió por cuenta de un smartphone inspirado que, aun cuando pudo idear por sí solo los motivos principales para lo que "faltaba", necesitó sin embargo de la colaboración de un compositor no artificial (humano). Más que otra cosa un alarde publicitario que buscaba alabar las virtudes del aparatejo y de su fabricante, para la "composición" de lo que Schubert ya no quiso o no pudo hacer -suele aducirse que se lo impidió la sífilis- hubo que alimentar el algoritmo (creo que así se dice) con abundante información acerca de los patrones del compositor y también de aquellos otros músicos cuyas obras pudieron influir en alguna medida en la del austriaco; con todo y eso, la partitura que el telefonito produjo debió pulirse y ajustarse para que el resultado fuera pasable.