GOBERNADOR DE PUEBLA
Es como si un bombero, en lugar de apagar el fuego, llegara a una casa y dijera: Dame tu extintor o prendo fuego toda la calle y luego te lo quito con todo y garaje.
El papel de un servidor público no es extorsionar a los ciudadanos ni a las empresas bajo amenaza de fuerza legal, sino negociar, proponer y construir consensos. Lo contrario es simplemente autoritarismo disfrazado de política pública. Y cuando un gobernante cruza esa línea, ya no está gobernando: está chantajeando con el poder que le otorgó la ciudadanía. Eso no solo es inmoral, debería ser ilegal.
Gobernantes así no solo comprometen el estado de derecho, sino que siembran un clima de desconfianza que espanta la inversión, paraliza el desarrollo y erosiona las libertades básicas. No es una exageración pensar que deberían ser investigados, cesados e incluso sancionados penalmente si se comprueba el uso indebido del poder.
LUIS BORREGO
Tlajomulco de Zúñiga