OPINIÓN

Aplauso a la Corte

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón EN MURAL

3 MIN 30 SEG

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Y cuando López despertó México todavía estaba ahí. La elección de la ministra Norma Piña -hasta el nombre tiene jurídico esta dama de brillante trayectoria- constituye desde luego un hito histórico, ya que es la primera mujer en ocupar la presidencia de la Suprema Corte, pero es también una demostración de la independencia del máximo órgano judicial frente a las pretensiones absolutistas de AMLO. La declaración de éste, en el sentido de que lo sucedido es una muestra del respeto que tiene por la institución, se parece a las palabras de la zorra que tras varios intentos no pudo alcanzar el racimo de uvas. "De cualquier modo no las quería -dijo desdeñosa-. Están verdes". Fue claro el intento de López Obrador de apoderarse de la Corte a través de su Yasmín Esquivel, su corcholata. De no ser por el escándalo que levantó el presunto -es un decir- plagio de su tesis para recibirse de abogada, es muy posible que el caudillo de la 4T se hubiese salido con la suya. Desde luego es impensable que esa señora haga renuncia de su cargo a pesar de todas las evidencias en su contra. Hay que decir, empero, que su presencia en la Corte será un desdoro para la institución, y un recordatorio constante del amiguismo que llevó a AMLO a ponerla ahí y a defenderla ante las imputaciones de que ha sido objeto. La palabra "pansismo" es fea palabra. Designa la actitud de quien pone su provecho personal por encima de valores como el decoro y la dignidad. Por la puerta principal entra a la Corte su nueva presidenta. La puerta trasera está de par en par abierta para quien ahora es una compañera incómoda para sus colegas. Merece la Corte aplauso de reconocimiento. Primero resistió la intentona de AMLO para prolongar el mandato del ministro Zaldívar, quien se había mostrado obsecuente a sus dictados y cuya actitud ambigua ante la maniobra del Presidente acarreó daño a la Corte. Luego los ministros actuaron con independencia y autonomía frente al autoritarismo presidencial. Habrá que tener cuidado, sin embargo. Esta evidente derrota exacerbará la inquina de López Obrador contra esta institución y contra las demás que defiendan ante él su independencia. En otros países de América Latina se ha visto ya lo peligroso que puede ser un autócrata despechado... "Me voy a casar" -les anunció la linda Dulcibel a sus amigas. Preguntó una: "¿Cuándo será la boda?". Contestó ella: "Mi novio quiere que sea en marzo, mis papás que en mayo, y la cigüeña dice que lo antes posible"... El padre Arsilio estaba ejerciendo el apostolado de la nalga, que así se llama en lenguaje coloquial de clérigos el acto de administrar el sacramento de la reconciliación. Quiero decir que estaba confesando. Uno de sus feligreses le dijo: "Me acuso, padre, de tener una chingá sospecha de mi esposa". "Hijo -lo amonestó el buen sacerdote-. Estás en la casa de Dios. Te ruego que no uses aquí expresiones pertenecientes al habla profana". "Perdone, señor cura -se disculpó el sujeto-. Es el recelo que le digo lo que me hace incurrir en esas faltas". Preguntó el confesor: "¿En qué consiste tu sospecha?". Explicó el penitente: "Como usted ve, padre, yo soy de tez clara, ojos azules y cabello rubio. Mi esposa es también muy blanca, igual que yo. Tenemos un vecino de color, maraquero en el conjunto de música afrocubana 'Los reyes de la guaracha'. Mi esposa acaba de dar a luz, y el bebé salió negrito". El padre Arsilio se puso entonces una mano en el mentón y dijo meditativamente: "Ah chingao. Ah chingao"... El joven Drácula se inclinó sobre los albos muslos de la hermosísima doncella. Le dijo: "Eso de chupar el cuello es cosa de la generación pasada"... FIN.