Una ironía flagrante del envejecimiento: estamos impedidos para percatarnos del propio deterioro con la brutalidad con que lo reconocemos en los demás
Ante el espejo
NEGRO Y CARGADO / José Israel Carranza EN MURAL
5 MIN 00 SEG
La peluquería es el lugar donde más difícil resulta eludir la confrontación con el espejo: el sitio idóneo para constatar el propio envejecimiento. Sí, esa corroboración la facilitan también los crujidos inesperados de las rodillas, la instilación del insomnio en noches que se acortan sin remedio, las palabras que no acuden cuando se les requiere, la acidez estomacal vuelta un estado de ánimo permanente. Pero todas estas señales se confirman bajo la luz poderosa de la peluquería, cuando quedamos delante del espejo. En la indefensión a que nos reduce la bata atada al cuello, ese babero enorme, no tenemos escapatoria: debemos ver, vernos.