El viejo sistema político mexicano, hoy al mando del país con un nuevo rostro, siempre ha buscado cooptar y controlar al sector de los trabajadores para ampliar su fuerza política. Durante muchas décadas, el PRI repartió cuotas de poder a diversos líderes sindicales con los que llegó a acuerdos a espaldas de los trabajadores. Muchas centrales obreras se convirtieron en un brazo político del sistema, llegando a tener una enorme influencia. En sus años, Fidel Velázquez podía hacer tambalear al Presidente en turno.