Castigar es una vieja costumbre que solo funciona en casos extremos. Castigar por lo mal habido, por lo indebido o lo excesivo, por lo abusivo, por errar, por hacer mal o chueco, por sustraer, por no remover, por no lograr, por mentir o por la simple tentativa. A fin de cuentas, el chiste es imponer el rigor de la norma a lo que no se amolde estrictamente a ella; a lo debido, a lo respetuoso, a lo incluyente, a lo legal, a lo moral o a lo socialmente aceptado. Castigar, como si las modernas variantes del calabozo y el látigo pudieran ser la cura y el remedio para casi cualquier mal que nos aqueje o como si fueran "varita mágica" para imponer ocurrencias o políticas públicas.