Estaba en San Francisco, rodeado por ejecutivos de trajes impecables, todos con la trayectoria clásica: cimentaron su carrera en banca de inversión, obtuvieron un MBA en una escuela de renombre y ahora lideran inversiones desde las alturas para un fondo de capital privado. Era la reunión anual de inversionistas y el lingo financiero estaba a tope: IRR, CAGR, EBITDA, Múltiplo de Entrada, ROI y demás. Sonaban propuestas para expandir los márgenes eficientizando costos, proyecciones futuras y procesos de venta. Pero la sesión tomó pausa cuando el socio principal del fondo invitó a pasar al escenario a un hombre trajeado como todos, pero con cuerpo en forma de "dorito" y una altura que rebasaba el metro con noventa, su presencia insinuaba que su formación había ocurrido lejos de las tablas de Excel. Era Ryan Murphy, nadador olímpico de trayectoria legendaria: nueve medallas en su haber, cinco de ellas de oro. Este tomó el micrófono y, con la misma confianza con la que se lanza al agua, comenzó hablando de su trayectoria deportiva. Relató los sacrificios que tuvo que enfrentar, los momentos de duda y la indescriptible sensación de ganar una medalla olímpica. Sin embargo, pronto cambió el rumbo de la conversación: de su especialidad en el dorso, pasó a los negocios. Con elocuencia, habló sobre los modelos de negocio que buscaba como inversionista y su papel como asesor de múltiples fondos de capital de riesgo. No podía dejar de preguntarme: ¿a qué horas le dio tiempo para aprender todo esto? Resulta que estudió negocios en la Universidad de California en Berkeley. Pero no es un caso aislado: Michael Jordan estudió geografía cultural, Peyton Manning se graduó en comunicación, Michael Phelps en mercadotecnia deportiva, Stephen Curry en sociología, Tiger Woods en economía.
Analista financiero, con un alto interés por el trasfondo de lo ordinario y cotidiano.