Como un avión volando en la oscuridad, sin ruta, sin luces, sin coordenadas, sin instrucciones, sin saber dónde aterrizar ni cómo hacerlo. Así parece la estrategia mexicana de combate al coronavirus. Así lo consignó la prensa internacional en días recientes. Al margen de la calidad desigual de las notas publicadas en El País, The Wall Street Journal y The New York Times, todas apuntan en la misma dirección: la falta de datos confiables y verificables; la ausencia de pruebas y resultados; el subregistro de infecciones y defunciones. En todos los países hay cifras negras, modelos matemáticos controvertidos, muertes que es difícil analizar y contabilizar, y el nuestro no es distinto. Pero aquí esos problemas se agravan porque se tomó la decisión temprana de no testear, no rastrear y no aislar como se hace en lugares donde sí se está aplanando la curva. Aquí permanece una apuesta que cree posible enfrentar la crisis del coronavirus de manera excepcional, a la mexicana.
Denise Dresser es politóloga, escritora, columnista y activista. Coordinó el libro "Gritos y Susurros: Experiencias Intempestivas de Mujeres". Ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2010. Su último libro es "El País de Uno. Reflexiones para entender y cambiar a México".