Un primo muy mayor le explicaba a una prima muy menor el beneficio de ser adulto. Ser adulto, decía, es la posibilidad de comer helado a la hora que te plazca; desayuno, comida o cena. El cine y las palomitas son un "siempre sí" y el refresco es ilimitado; no habrá papá, mamá o alguna autoridad que te frene en tus deseos. Claro, ante esta utópica pintura, mi prima salivaba con la idea de ser adulta.
Analista financiero, con un alto interés por el trasfondo de lo ordinario y cotidiano.